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lunes, 1 de abril de 2013

HISTORIA MARÍTIMA ARGENTINA
De un naufragio, un bautismo
(De un pecio, un cúter)
El “Luisito” de Luis Piedrabuena


Por el CF (ARA) Alberto Gianola Otamendi
colaboración especial [1]

Ya sea se trate de pecios, de naufragios, de rescates en temporales e islotes solitarios, de aventuras marinas en mares procelosos, de antecedentes de la fabricación de naves o de la construcción artesanal de embarcaciones, uno de los casos antológicos ineludibles en el diálogo es el de Luis Piedrabuena, y la transformación del naufragio de su goleta “Espora” en el aliciente para construir el cúter “Luisito”, parido de sus costillas [2]

Modelos escala 1:100 del "Espora" y del "Luisito" que permite apreciar la relación de tamaño entre las dos embarcaciones
Modelista: Carlos Casella / Colección: Carlos Pedro Vairo
(Museo Naval de la Nación, Tigre)

Los aficionados a la historia marítima argentina y los navegantes de aguas patagónicas de fines del siglo XIX mucho han leído y escuchado de Don Luis Piedrabuena (1833-1883): marino, mercader, salvador de náufragos, lobero, custodio de costas y rías. 

El gobierno nacional le concedió en donación la Isla de los Estados entera, y ya muy adulto, fue honrado como Comandante de la Marina de Guerra argentina, cuando ejercía el comando de la corbeta “Cabo de Hornos” [3]. Más tarde, buques de la Armada Argentina llevaron su nombre y hoy muchas calles y escuelas del país conservan su recuerdo. 

Sin embargo, frecuentemente, el tratamiento de su legendaria trayectoria humanista y naval, no pasa de la leyenda y anecdotario. Sus habilidades, la principal de ellas era navegar hábilmente en los barcos a vela de fines de 1800 en las aguas sudatlánticas, son rescatadas del olvido ocasionalmente por los escasos conocedores del mar y el desafío que Eolo y Neptuno ofrecen a los intrépidos bípedos terrestres que se aventuran en sus extremos, allí donde el horizonte se hace plano, sobre las espaldas de grandes elefantes y el cielo se vuelve gris por el humo del infierno. Sus hazañas recorrieron los mares en boca de marinos curtidos y loas de naciones agradecidas.


Comandante Luis Piedrabuena
(Fuente imagen: turismopiedrabuena.com.ar)

El caso que nos convoca no es uno de sus famosos rescates, sino otro de características tan ciclópeas como las mitológicas fascinaciones que graficaban las cartas de antaño, y nos remonta a 1873, tiempo de los clippers y del apogeo de la navegación a vela, antes de la fragorosa intrusión de los cascos de hierro y la propulsión a vapor.
  
En marzo de ese año, con cuarenta de edad y al mando de su bergantín goleta “Espora”, en una de sus “aventuras marinas” (como todavía hoy se reconocen los viajes mercantes), de cacería de pingüinos (“pájaros niños”), focas y elefantes marinos, Piedrabuena vara su barco y se destroza lentamente en las playas.


Bergantín goleta "Espora"

En medio de fuertes vientos del suroeste, uno de esos temporales que la jerga de abordo llama “galerna”, él operaba fondeado en lo que todo indica que se trataría de la Bahía Franklin, en el extremo occidental de la Isla de los Estados, que conocía cabalmente. Sin embargo, el ancla principal perdió el cepo y la pequeña ancla de refuerzo fue insuficiente ante los furiosos vientos del Le Maire, por lo que terminó garreando [4]. El Capitán decide varar en la playa de arena blanda, pero la nave se cruza y hace agua en la maniobra, hundiéndose parcialmente. Varios días de mal tiempo, en esa precaria posición, sufriendo el golpe de olas y mareas, terminan por quebrar el viejo buque.


Isla de los Estados. Señalada en el sector oeste la Bahía Franklin.


Pequeño diorama de la zona del naufragio
(Museo Naval de la Nación, Tigre)

Todo eso era natural, ese peñón, desolado y lúgubre, se cruza casi cincuenta kilómetros, de oeste a este, a las corrientes marinas ascendentes. Con sus rocas aledañas parece formar una filosa mandíbula que emerge de las frías aguas entre escarceos y remolinos, para devorar navíos. Triste imagen ganada en un siglo de tragedias, ya reflejadas en novelas literarias y reportes de cartógrafos. Contribuye a esa escalofriante impresión la densa nube que corona sus picos en forma perenne y la blanca rompiente de las olas en sus oscuras costas montañosas.


Mapa digitalizado por R.E.D. de García Basalo, J.C. "Presidio Militar en la Isla de los Estados", en revista Todo es Historia, N°366, pág.28-29 


El sitio del infortunio era lo que Don Luis registra en su meticuloso diario como Bahía de las Nutrias”. Algunos investigadores modernos presumen por el análisis de las características hidrometeorológicas detalladas por el propio Piedrabuena, que se trataría de lo que las cartas náuticas reconocen actualmente como Caleta Lacroix, en el fondo del saco de la Bahía Franklin. Sin dudas, un lugar poco apto para guarecerse o fondear en semejante tormenta austral.

Fondearse, amarrarse a árboles o rocas de la orilla e incluso varar era tarea rutinaria de aquellos loberos en embarcaciones relativamente pequeñas y muy sólidas. También era normal poseer habilidades de carpintería, al tener que trabajar constantemente en el armado y reparación de duelas y barriles, refugios y factorías, remos y embarcaciones menores; estas últimas constantemente averiadas por las roquerías de los asentamientos de las pingüineras y loberías. De hecho, todo eso consta en el diario personal de Piedrabuena y en los registros de G.H. Gardiner, uno de sus empleados.

Lo que resulta particularmente curioso y admirable, es que en ese lugar abandonado y hostil, sepulcro de naves y cementerio de presos y marinos, Piedrabuena, su dueño y señor, con la ayuda de apenas uno u ocasionalmente dos de sus abatidos y enfermos tripulantes (cinco según su rol de zarpada y dos que hace venir de su factoría), superó la adversidad y construyó completamente una nueva y sólida nao, sin planos ni ayudas.

Para ello debió hacer gala (aunque las circunstancias no permiten entenderlo como ostentación) de todas las habilidades adquiridas en su formación náutica: carpintería, velería, herrería. Sobre todo requirió determinación y voluntad de superar la adversidad, resiliencia dirían hoy en las revistas de psicología, paciencia y mucho liderazgo. 

Caleta Lacroix en Isla de los Estados

Con las escasas herramientas de su pañol, sólo una sierra, clavos y herrajes recuperados del esqueleto del casco condenado de su goleta, maderas de la carga y otras aserradas de árboles de la achaparrada vegetación ribereña, construyó el pequeño lanchón de 30 pies que bautizó con el nombre de su hijo. 

Esta embarcación, que me recuerda a los cúters que surcan hasta nuestros días el Caribe, podría pensarse que constituyó meramente un bote para la supervivencia con el que Piedrabuena salvó íntegramente a su dotación regresando a Punta Arenas. Sin embargo, luego de mejorarlo en ese puerto chileno, lo conservó con él por muchos años para continuar sus empresas. Más aún, regresó poco después a la temida isla en nuevos salvamentos que le valieron reconocimiento internacional. En su extenso legajo se consagra el rescate de casi 200 marinos de muchos barcos de diferentes nacionalidades. 

Podemos imaginar el método primitivo de construcción de su tosca nave, de acuerdo a las artes del oficio de los carpinteros de ribera de la época, los escasos utensilios disponibles, la dura condición del lugar y la rapidez de la obra. 

Al enorme desafío técnico había que sumar el complejo arte de liderar a una tripulación enferma,  agobiada y desesperada, siempre al borde de la locura de la deserción o el amotinamiento. Hay constancias de su escasa capacidad, poca disposición, continuas peleas, e intentos de sabotear, incendiar y hachar la misma lancha que sería su medio de salvación. No se trataba precisamente  de la "crème de la crème" de la sociedad.

Cúter Luisito, obra del artista plástico marinista Emilio Biggeri

La arboladura, que se discute si corresponde a balandra, compuesta por un único palo vertical con mastelero, su botavara y pico, y el botalón hacia proa, fueron armados con el bauprés y parte de las vergas extraídas de los restos de la Espora y adaptados. Lo mismo sucedió con la jarcia (drizas, obenques, motones) y el velamen (integrado por una vela mayor tipo cangreja y dos cuchillas proeles -foque y trinquetilla-).

Poco se extrajo de la zozobrada nave madre, en la esperanza de recuperarla. Sólo constan algunas tablas, la bomba de achique y el ancla de esperanza (menor que la principal). Para muchas partes de la estructura como las cuadernas, la roda y el codaste (estructura principal del esqueleto), se talaron y aserraron especímenes de duras Lengas escogidas porque presentaban las curvas adecuadas.

Las tracas de la cubierta y casco eran tablones de madera que Piedrabuena sacó del interior de la nave y de los edificios de su factoría y refugios cercanos. Fueron calafateadas con cabos descolchados [5] untados con grasa de pingüino y foca. Con ese mismo ungüento se cubrió la obra viva [6]. Como era típico de la época, el lastre se conformó con piedras de la orilla.

Los herrajes para el timón fueron fundidos allí, en la playa, con metales de abordo, otra notable muestra de sus conocimientos y capacidad.

Construcción del Luisito, obra de Emilio Biggeri

En cincuenta y siete días (vara el 10 de marzo y concluye el 3 de mayo), con las 220 toneladas de la goleta de 40 metros de eslora, Don Luis logró construir en una agreste playa un cúter o balandra de apenas 18 tn, aproximadamente 10 metros o 35 pies de largo, menos de 4 m de manga o ancho y 1,5 m de calado. 

Entretanto sobrevivieron en un refugio, con sopa de algas, carne de la caza (pingüinos mayor-mente) y lo que restaba de la provisión original de víveres salvados (carne salada, arroz, porotos, galletas, fariña, algo de azúcar y de café), un tonel para agua dulce y la cocina. Una situación que se nos presenta poco envidiable.

Al cabo, el nuevo lanchón debió ser trabajosamente arrastrado al mar, a modo de botadura, con aparejos y barras.

El Luisito, acuarela del artista Pablo Pereyra

Piedrabuena logró conservar el gastado pabellón nacional, con el que empavesó el pico antes de zarpar, y el equipamiento de navegación, consistente en un compás, sextante y cronómetros, además de su diario y el escaso instrumental meteorológico, aneroide y termómetro. Con ellos, en sólo nueve singladuras [7] cubrió las 300 millas [8] para retornar a su puerto de origen, Punta Arenas, el 27 de mayo de 1873, con todos sus hombres sanos y salvos, antes de que se iniciara lo más crudo del invierno fueguino. 

En otras palabras, navegó casi seiscientos kilómetros en uno de los mares más rigurosos del planeta y con vientos predominantes del oeste, o sea, ciñendo [9], con la obra de sus manos e ingenio.

Pericia en el mar y temple ante la adversidad; “… las olas murmurarán para siempre su nom-bre” [10] 

Triste fue el final, muchos años después, del Luisito, abandonado primero en los márgenes de La Boca del Riachuelo, e incendiado más tarde.

Todavía en el 2008, cuando una expedición naval-científica fue a reconocer el lugar, en la blanca arena de la costa a escasa distancia de la restinga, se conservaban los restos de la quilla, cuadernas, baos y escasas tracas deshechas, clavos y herrajes oxidados de la extinta goleta, como un hito. 

Vista de Caleta Lacroix tomada desde Punta Grimoldi [11]

Vista de la zona del naufragio desde Roca Vera [11]

Detalle del sitio donde se produjo el naufragio de la goleta "Espora" [11]

El pecio de la goleta "Espora" en la Isla de los Estados [11]


Réplica del cúter Luisito en el Puerto de Mar del Plata en enero de 2013
Fue contruido por alumnos de la Escuela de Educación Técnica nº1
(Foto: Mariano Agostini) 

Referencias:

[1] El autor es Capitán de Fragata, Oficial de Estado Mayor, Licenciado en Sistemas Navales (INUN), Analista Opera-tivo (ESOA – UNS). Cursó la Maestría en Dirección de Organizaciones (INUN) y es Maestrando en Administración de la Educación de la Universidad Torcuato di Tella. Fue Segundo Comandante de la Lancha Patrullera ARA “Clo-rinda” y Comandante de la Lancha Patrullera ARA “Concepción del Uruguay” (Misión de la ONU en Centroamérica – 1992), del Aviso ARA “Francisco de Gurruchaga” (2004) y de la Agrupación de Lanchas Rápidas (año 2009). Participó en la Misión de la ONU en Haití (MINUSTAH – 2011). Se desempeña en la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las FFAA

[2] Es una expresión metafórica. En realidad, Piedrabuena sólo toma pequeñas partes de la goleta, pues tuvo hasta último momento la intención de salvarla.

[3] En rigor la Cabo de Hornos era una fragata carbonera que Piedrabuena mismo encontró en La Boca, adquirió y transformó a barca a su propia costa. Dio adiestramiento a grumetes, siendo el primer buque-escuela.

[4] Garrear, significa que el ancla, por efecto de la fuerza del viento o la corriente no sostiene al buque, y se arrastra por el fondo.

[5] Descolchados quiere decir deshilachados.
  
[6] La obra viva es la parte sumergida del casco.
  
[7] Singladura es una jornada de navegación.

[8] Una milla náutica equivale a 1852 metros. 
  
[9] Ceñir o navegar en bolina es hacerlo hacia la dirección de la cual proviene el viento, por lo que deben realizarse “piernas” o etapas con el mejor ángulo que permita el tipo de aparejo. Las velas tipo cuchillo del cúter permiten ese tipo de navegación.

[10] Epitafio de La Nación (atribuido a Mitre) a la muerte de Piedrabuena.

[11] Fotografías tomadas por la expedición referida, publicadas en el artículo de Gaceta Marinera, realizada por la Agrupación de Lanchas Rápidas y el propio medio de difusión de la Armada Argentina, la Universidad de Buenos Aires y el Museo Marítimo Ushuaia.


Bibliografía:

Diarios de Luis Piedrabuena y de H.G. Gardiner, extraídos de Vairo, C. “La Isla de los Estados y el Faro del Fin del Mundo”, Ed. Zagier y Urruty, Ushuaia, 1998.
Archivos del Boletín del Centro Naval.
www.gacetamarinera.com.ar, artículo de fecha 25/07/2008.
www.wikipedia.com, visitada en febrero de 2013.
www.geocities.ws/modelistasbrownianos_archivo02/historia61/index.html, nota de Gustavo Suáres.
www.histarmar.com.ar, El misterio del Espora. 



sábado, 26 de mayo de 2012


Al margen de la historia: Lanchas rápidas ARA “Intrépida” (P-85) y ARA “Indómita” (P-86) durante la Guerra de Malvinas.

Por Mariano Agostini

CAPÍTULO 5. Hunden al “Belgrano”, bronca y desazón.

El 2 de mayo a la 16:00 el Crucero ARA “Gral.Belgrano” es impactado por dos torpedos Mk8 lanzados por el submarino nuclear HMS “Conqueror” en la posición latitud 55º24’- longitud 61º32’, fuera de la Zona de Exclusión de 200 millas náuticas declarada en torno a Malvinas por el Gobierno británico. Las malas condiciones climáticas y de visibilidad evitaron que tanto el destructor ARA “Bouchard” (D-26) como el destructor ARA “Piedra Buena” (D-29) se percataran de la real situación por la que atravesaba el crucero, aunque su inmovilidad repentina, el silencio total de radio y la falta de respuesta a los mensajes era todo un indicio de que algo no andaba bien. El Comandante del D-29 envió entonces un mensaje EGA (emergencia) al Comandante de la Fuerza de Tareas 79, CA Gualter Allara y al Comandante del TOAS, Vicealmirante Juan José Lombardo.

Visiblemente escorado y con la proa seccionada el Crucero ARA "General Belgrano" está pronto a irse a pique mientras lo rodean decenas de balsas salvavidas. Desde una de ellas tomó esta foto el Teniente de Fragata Martín Sgut.

A las 16:30 hs., sólo 30 minutos después de haber sido torpedeado, el “Belgrano” se hundía inexorablemente en las gélidas aguas del Atlántico Sur, mientras sus tripulantes bregaban por salvar sus vidas a bordo de las balsas salvavidas que se habían alcanzado a arrojar al mar. El Crucero que estaba siendo monitoreado por los radares de los destructores, desapareció de repente de las pantallas, presagiando lo peor (el contacto visual se había pedido por realizar los destructores maniobras evasivas por la sospecha de un ataque submarino). Se decidió el envío de aeronavesNeptune de la Escuadrilla de Exploración Naval para iniciar la búsqueda y ubicación de las balsas con sobrevivientes, pero la meteorología en la zona retrasó la misión.

El mapa muestras distintos desplazamientos de unidades navales de la Armada Argentina, incluído el Crucero ARA "General  Belgrano". Nótese la proximidad de la Isla de los Estados y la ZET decretada por los británicos.

A Puerto Parry la triste noticia no tardó en llegar, ya que al aviso ARA “Francisco de Gurruchaga” se le ordenó en horas de la noche dirigirse a toda prisa a la zona de operaciones en apoyo del “Belgrano” que, a esa altura, ya se tenía la seguridad de que había sido presa de un ataque submarino. También fue afectado a las tareas de rescate el buque polar ARA “Bahía Paraíso” (B-1). El empeoramiento de las condiciones meteorológicas con pronóstico de alerta por temporal, además de las limitadas capacidades de rescate y autonomía, hizo que el Comandante del Área Naval Austral decidiera no movilizar a las lanchas “Indómita” e “intrépida” hacia la zona del presunto naufragio. Una mezcla de tristeza, bronca e impotencia se apoderó del sentir de los frustrados “lancheros” que se quedaron aguardando noticias en Puerto Parry.

Las lanchas rápidas y el "Gurruchaga" en Puerto Parry
(Fuente: araindomita-intrepida-1982.blogspot.com.ar)

Su buque de apoyo, el aviso ARA “Gurruchaga” (A-3) dispondría de mejor suerte (y protagonismo). Al mando del CC Álvaro Vázquez y gracias a la abnegación, entrega, camaradería y profesionalismo de su tripulación, sumado a la ventaja de contar con un pescante de maniobra rápida, el “Gurruchaga” se convertiría en actor principal de las tareas de búsqueda y rescate, logrando recuperar del mar a 363 náufragos –entre ellos al Comandante Bonzo- y 2 cuerpos sin vida (el 46% del total de rescatados). Esta acción se vio favorecida por el acierto del Comandante del ANAU al decidir posicionarlo en la Isla de los Estados, en una zona cercana al lugar de operaciones, lo que sin duda abrevió los tiempos que demandó su llegada al lugar del hundimiento del “Belgrano” y salvó muchas vidas.

El aviso ARA "Francisco de Gurruchaga" (A-3) tuvo
una destacadísima actuación en el rescate de náufragos del "Belgrano"
(Fuente: zonamilitar.com.ar)

El 4 de mayo a las 5:30 con su capacidad de colmada por los sobrevivientes rescatados y una exhausta tripulación, el “Gurruchaga” emprendió el regreso a Ushuaia, adonde arribaría a las 7:00 del día siguiente.

Continuará

domingo, 20 de mayo de 2012


Al margen de la historia: Lanchas rápidas ARA “Intrépida” (P-85) y ARA “Indómita” (P-86) durante la Guerra de Malvinas.


Por Mariano Agostini

CAPÍTULO 4. El “Belgrano” deja atrás la Isla de los Estados.

Durante esos días de máxima tensión de fines de abril, las lanchas LRIT y LRID, que tenían como base Puerto Parry, amarraban junto al chatón ARA “Esperanza” que estaba cargado de municiones y vituallas. También fondeaba allí el aviso ARA “Gurruchaga”, que al mando del CC Álvaro Vázquez, servía como estación de comunicaciones y enlace entre el Comando Naval en el continente y las unidades componentes del GT 79.3






Las lanchas rápida ARA "Indómita" y ARA "Intrépida" junto al aviso ARA "Francisco de Gurruchaga" amarrados al chatón "Esperanza" en Puerto Parry
(Fuente: araindómita-intrépida-1982.blogspot.com.ar) 

Las lanchas se posicionaban a la altura del Cabo San Juan (en el extremo noroeste de Isla de los Estados, desde donde realizaban misiones de búsqueda CME (detección de emisiones electrónicas) por indicaciones del Comandante del ANAU, CA Zaratiegui, con la intención de alertar de cualquier movimiento de buques británicos en la zona.

El 1º de mayo, el Crucero “Gral.Belgrano”, sus dos destructores de escolta y el buque tanque de YPF, se encontraban posicionados unas 25 millas al norte del Cabo San Juan.  Ese día las fuerzas británicas emprendieron su primer ataque sobre las fuerzas argentinas desplegadas en las islas Malvinas, centradas sobre todo sobre el aeropuerto de Puerto Argentino. El CN Bonzo recibió la orden de desplazarse hacia el este posicionándose al sur de las islas Malvinas, siempre navegando por fuera de la ZET de 200 millas náuticas, movimiento que emprendió cerca del mediodía. Tenía fijadas tres áreas de operaciones denominadas Miguel, Luis, Julián e Ignacio. El desplazamiento era parte de un plan que consistía en un movimiento de pinzas, efectuado desde el norte por el GT 79.2 cuyo buque insignia era el portaaviones ligero (PAL) ARA “25 de Mayo” (V-2) y  desde el sur por el GT 79.3 que encabezaba el Crucero ARA “General Belgrano(C-4). El objetivo: confluir sobre los dos grupos de tareas navales británicos ubicados al este de Malvinas, que cubriendo a los portaaviones, se presuponían “aferrados” –y por ello oportunidad propicia para emprender un ataque- por estar comprometidos en una operación de desembarco.



Posicionamiento esquemático de los Grupos de Tareas argentinos y de la Task Force británica. 

Acercándose en forma sigilosa desde las islas Georgias del Sur, el submarino nuclear HMS “Conqueror” (S-48), que tenía la misión de ubicar al GT 79.3, logro captar en sus hidrófonos ruidos de hélices que surgían en una ubicación al norte de la Isla de los Estados en la noche del 30 de abril. A las 10:00 hs. del 1º de mayo, tomó profundidad de periscopio y confirmó su hallazgo, el ARA “General Belgrano” (CRBE), los dos destructores y el buque tanque habían sido detectados (este último se encontraba abasteciendo al crucero en ese momento). Al acecho, el submarino británico iniciaría una persecución que duraría 28 horas y culminaría con el hundimiento del veterano crucero.




El ARA "Gral. Belgrano" en la mira del periscopio del submarino británico HMS Conqueror en una recreación computarizada (Autor: Mariano Agostini) 

La partida del “Belgrano” y sus destructores el 1º de mayo por la mañana, hizo que en la isla de los Estados solo quedaran las lanchas “Indómita” e “Intrépida”, junto al aviso “Gurruchaga” en Puerto Parry, y el buque tanque YPF “Puerto Rosales” apostado en una posición al norte. Este último aguardando el momento para repostar a los buques que habían zarpado hacia el sudeste (se había planificado previamente el día y la posición del encuentro). 




















Seguramente una de las últimas imágenes del Crucero ARA "General Belgrano", tomada desde la lancha rápida ARA "Indómita" (Autor: Cabo Segundo Salvador Fascetta - tripulante LRID 1982)

Continuará...

Al margen de la historia: Lanchas rápidas ARA “Intrépida” (P-85) y ARA “Indómita” (P-86) durante la Guerra de Malvinas.


Por Mariano Agostini

CAPÍTULO 3. Un incidente peculiar.

Días antes del hundimiento del Crucero “General Belgrano” (C-4) se produce un incidente muy peculiar entre éste y una de las lanchas, la ARA “Intrépida” (P-85). En el marco de unas maniobras de práctica de combate con el fin de probar el alcance y efectividad del radar del Crucero, se le ordena a la lancha rápida P-85 salir por la proa del mismo y ponerse fuera de su rango visual y de captación radar, regresando luego por la misma zona para probar las defensas y radares del buque principal. El Comandante de la Agrupación de Lanchas Rápidas, CF Osvaldo Hugo Ceriani –que se encontraba a bordo de la “Intrépida”- ordena sin embargo dar un rodeo para aparecer por la popa del “Belgrano”. Cuando desde el Crucero detectan un eco de radar no identificado –y no esperado- que aparece por la popa, suena el gong de alarma y todos los buques –el “Belgrano” y sus escoltas- [3] intentan comunicarse con el “intruso” para exigirle se identifique, mientras alistan su artillería para repeler un posible ataque.

La lancha rápida ARA "Intrépida" en 1982
(Fuente: araindomita-intrepida-1982.blogspot.com.ar)

La ARA “Indómita” (P-86) se posiciona entre el Crucero y la embarcación “intrusa” y por medio del foco de señales Morse exige su identificación. Tras un cruce de órdenes contradictorias entre el Comandante de la Agrupación de Lanchas –que no quería que la lancha se identificase hasta último momento- y el Comandante de la LRIT, CC César Del Pozzi; la P-85 se identifica por medio del proyector morse y la tensa situación vivida comienza a apaciguarse. Por esta acción temeraria e imprudente el Comandante de la Agrupación de Lanchas recibió la orden de presentarse de inmediato ante el Comandante del “Belgrano”, CN Héctor Bonzo que lo reprendió severamente.

El Cabo Primero (CI) Pablo Martínez, tripulante de la “Intrépida”, se hallaba en el momento de este incidente, a bordo del Crucero para recibir curaciones tras sufrir un accidente menor en la lancha. A su regreso a la LRIT refirió a sus compañeros que el Comandante Bonzo estuvo muy cerca de dar la orden de apertura de fuego ante la negativa a identificase de la nave “intrusa”.

[3] Ramón Cuello, quien fue protagonista de este incidente por estar a cargo de las comunicaciones en la “Intrépida” hace referencia a la presencia del Crucero y sus escoltas, por lo que esta acción hubo de desarrollarse seguramente entre el 28 y el 30 de abril.

[3] Si bien en el libro “1093 Tripulantes” el Comandante Héctor Bonzo no hace referencia a este hecho en particular –si relata uno muy similar protagonizado por un buque mercante el 20 de abril, pero en ese momento el Crucero no contaba con los destructores de escolta, ya que no habían llegado a la zona aún-; si lo hizo el 25 de abril de 2008 en un ciclo de conferencias en Casa Patria cuando sin dar más detalles señaló: “Así fue que en esos días tuvimos varios incidentes, como por ejemplo una lancha rápida que se acercaba sin distancia a conocer hacia la fuerza propia, una alarma roja de un avión que no respondía a nuestro pedido de identificación…” sin precisar fecha.

Continuará...


Al margen de la historia: Lanchas rápidas ARA “Intrépida” (P-85) y ARA “Indómita” (P-86) durante la Guerra de Malvinas.

Por Mariano Agostini

CAPÍTULO 2. Arriba el Crucero “Gral.Belgrano” (C-4).

El 19 de abril arribó también a la Isla de los Estados el Crucero ARA “General Belgrano” (C-4) que se posicionó en la costa norte. Desde allí, su Comandante, el Capitán de Navío Héctor Bonzo tomó contacto con los oficiales de las unidades destacadas en Puerto Parry por el “Área Naval Austral” (ANAU), a fin de coordinar las acciones a desarrollar en la zona y evitar interferencias entre las unidades. Aprovechando las desoladas laderas rocosas de la costa sur, el Crucero cambio de ubicación por unas pocas horas, para realizar ejercitaciones de tiro con munición de combate con su artillería secundaria (cañones de 40mm). El 22 de abril puso rumbo a Ushuaia para reabastecerse de combustible, municiones y vituallas; tareas en la que se recibió el más amplio apoyo de parte de las autoridades navales de la zona: el Comandante del ANAU, CA Horacio Zarategui, el Jefe de Estado de Mayor de ese Comando, Antonio Russo y el Jefe de la Base Naval Ushuaia, CF Anatol Tarapow.

El Crucero ARA "General Belgrano" en Ushuaia en abril de 1982
(Fuente: gacetamarinera.com.ar)

El Crucero ya reabastecido se hace nuevamente a la mar el sábado 24 de abril. En ese momento su Comandante, CN Héctor Bonzo, recibió nuevas órdenes tácticas: el Grupo de Tareas 79.3 (GT 79.3) quedaría integrado a partir de ese momento, además del Crucero ARA “General Belgrano” (C-4), por los destructores ARA “Piedra Buena” (D-29) y ARA “Bouchard” (D-26), y el buque tanque YPF “Puerto Rosales”, quedando en reserva como buque de apoyo y salvamento el aviso ARA “Francisco de Gurruchaga” (A-3) estacionado en Puerto Parry junto a las dos (2) lanchas rápidas allí destacadas.

La nueva misión encomendada al GT 79.3 era en primera instancia mantenerse en espera en la zona austral pero siempre fuera de la Zona de Exclusión, para luego –en cuanto se dieran las circunstancias propicias y recibiera la indicación del Comando Naval- dirigirse en curso de interceptación o neutralización de navíos de la escuadra británica, en acción coordinada con el GT 79.1 desplegado más al norte. El GT 79.3 terminó de completarse en las cercanías de la Isla de los Estados el 28 de abril. 

Las lancha rápidas "Indómita" e "Intrépida" amarradas al chatón ARA "Esperanza" en Puerto Parry interior durante la Guerra de Malvinas 
(Fuente: araindomita-intrepida-1982.blogspot.com.ar)

La presencia de la “Task Force” ya operando en el área de Malvinas y la reconquista por parte de los británicos de las islas Georgias del Sur mediante la “Operación Paraquet” del 25 de abril, hizo que también se recibieran nuevas órdenes operacionales y documentación clasificada, ambas emanadas del Comando Naval para las lanchas rápidas apostadas en Puerto Parry. Las mismas llegaron el 29 de abril por intermedio del helicóptero “Puma” PA-13 de la Prefectura Naval Argentina desplegado en la Base Aeronaval Río Grande. Las instrucciones otorgaban “luz verde” para interceptar y atacar unidades navales o aéreas del enemigo, en cuanto se presentara una situación favorable. Se tenía la información de que el destructor británico Tipo 42 HMS “Exeter” había cruzado el Canal de Panamá y navegaba junto a un buque petrolero o auxiliar por el Pacífico para atravesar el Cabo de Hornos y llegar a la zona de Malvinas desde el oeste, por eso el grado de alerta era máximo [1]. La tensión propia de  “situación de guerra” que se vivía en esos momentos hacía que la tripulación de las lanchas durmiera solo entre 3 y 4 horas por día.



















La Isla de los Estados área operacional principal de las lanchas rápidas LRID y LRIT durante la Guerra de Malvinas (Autor: Mariano Agostini)

Entre las órdenes recibidas se destacó la de desactivar el Faro “Año Nuevo” [2] en la Isla Observatorio ubicada al norte de Isla de los Estados, misión que se vio dificultada por los fuertes vientos que azotaban en la zona. Se vivieron instantes de gran nerviosismo cuando el casco de la ARA “Intrépida” (LRIT) resultó averiado ligeramente al golpear con una roca.

Otro hecho de incertidumbre y peligro se vivió cuando estando la “Indómita” en mar abierto, navegando en escolta del Crucero “Gral. Belgrano”, recibió el golpe de una ola de más de 15 metros que partió el rompeolas de proa y rajó un sector de la cubierta, dejando por unos instantes sin energía eléctrica a la embarcación. La situación pudo ser felizmente controlada, y una vez que se recuperó la energía, la lancha procuró guarecerse del oleaje retornando a Puerto Parry.

[1] Según algunas versiones de la época el HMS “Exeter” (D-89), un destructor Type 42, habría cruzado el Canal de la Mancha a mediados de abril para arribar a la zona de las islas Georgias del Sur desde el Cabo de Hornos. Esta extraña travesía radicaba en pasar por Chile y escoltar al buque auxiliar RFA “Tidepool” (A-76), que iba a ser entregado a la Marina de Chile, acto que quedó suspendido momentáneamente por los hechos de Malvinas. El HMS “Exeter” habría intentado en vano reabastecerse en los puertos peruanos de Paita y Callao, para finalmente hacerlo en Arica (Chile). // Según la versión oficial británica a principios de abril el “Exeter” se encontraba en Saint John, capital de Antigua y Barbuda en misión de control de tráfico marítimo y zarpó de allí rumbo a Ascensión el 7 de mayo. Luego de reabastecerse se dirigió a la zona de conflicto adonde arribó el 21 de mayo, por lo que no pasó por el Canal de Panamá ni por el Pacífico. // El HMS “Tidepool” según la versión británica se hallaba en Arica (Chile) para su entrega a la marina de ese pais, cuando el 4 de abril se decidió cancelar la operación por el conflicto desatado con Argentina. Partió hacia Curacao para reabastecerse, pasando previamente por el Canal de Panamá, y luego se dirigió a la isla Ascensión para sumarse al Grupo Anfibio de la Fuerza de Tareas. Arribó a la ZET el 13 de mayo de 1982.

[2] El Faro “Año Nuevo” se construyó en 1901, tenía una torre de 21.7 metros de altura, pintada a fajas horizontales blancas y grises; era de sistema giratorio, exhibía una luz blanca con destellos cada diez segundos, su plano focal estaba a 60 metros sobre el nivel del mar y tenía un alcance de más de 18 millas en tiempo adecuado. 

Continuará...