lunes, 8 de abril de 2013

31º ANIVERSARIO DE LA GESTA DE MALVINAS
Acto en San Isidro: “Homenaje a los Veteranos de Guerra e Hijos Sanisidrenses que ofrendaron sus vidas en Malvinas”

Por Mariano Agostini, editor del blog

Día / hora: Sábado 6 de abril de 2013 / 17:00 hs.
Lugar: Plazoleta Remedios Escalada de San Martín, 
          Martínez, Partido de San Isidro
Organizador: Municipalidad de San Isidro

Pasadas las 17:10hs dió comienzo el acto con palabras alusivas a la Conmemoración del trigésimo primer aniversario de las Gesta de Malvinas pronunciadas por el locutor oficial del Municipio, con especial dedicación a los ocho “hijos” del Partido de San Isidro fallecidos durante las operaciones en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS) y a los Veteranos de Guerra. Hubo lugar también para la mención de aquello que vivieron y tuvieron que enfrentar durante los días de guerra, pero sobre todo de las vicisitudes que tuvieron que sobrellevar en su amargo regreso al Continente tras el fin de la misma ante una sociedad que los recibió con frialdad.

>> Ingreso de la Banda de los Bomberos Voluntarios de San Isidro, que dio marco musical al Acto.

<< La Bandera de San Isidro flameando junto a la  Enseña Nacional en la Plazoleta donde se llevó a cabo el acto homenaje.

La Ceremonia de homenaje fue presidida por el Intendente Municipal de San Isidro, Dr. Gustavo Posse, acompañado por las señoras presidentes del Honorable Concejo Deliberante y del Consejo Escolar, secretarios, concejales y demás funcionarios municipales. También acompañó en primera fila el Presidente de la Agrupación de Ex Combatientes de Malvinas de San Isidro José Cocchiarale (que en la guerra se desempeñó como Cabo Principal del Batallón Antiaéreo de Infantería de Marina) junto a los Veteranos de Guerra que la conforman.



Representando a las distintas Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad
estuvieron presentes:

EJÉRCITO ARGENTINO
Coronel (VGM) José Alberto Castillo Areco, Dirección de Arsenales
Teniente Coronel Armando Guillermo Peressi, Jefe del Batallón de Arsenales 601

ARMADA ARGENTINA
Capitán de Navío Marcos Emilio Matesa, Estado Mayor General de la Armada

FUERZA AÉREA ARGENTINA
Comodoro (VGM) Héctor Rusticcini, Presidente de la Asociación de VGM-FAA Bahía Agradable

PREFECTURA NAVAL ARGENTINA
Prefecto Principal  Alejandro Luis Gaggiolo, Jefe de Prefectura San Isidro.
Ayudante Mayor (VGM) Luis Pedo Ballejos Kachuk

POLICÍA FEDERAL ARGENTINA
Subcomisario Ramón Darío Vera, Delegación San Isidro.

POLICÍA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Comisario Mayor Daniel Herrera, Jefe Departamental Conurbano Norte
Oficial Principal Juan Voltin, Jefe Sección Motorizada

SOCIEDAD DE BOMBEROS VOLUNTARIOS DE SAN ISIDRO
Suboficial Mayor Eduardo Vivas, Cuerpo Activo

<< La Bandera Nacional y la Bandera Municipal tuvieron como abanderados y escoltas a los propios VGM.








Seguidamente a las palabras introductorias se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino ejecutado por la Banda de la Sociedad e Bomberos Voluntarios de San Isidro, bajo la dirección de Jorge Mora.

A continuación hizo uso de la palabra el Veterano de Guerra José Cocchiarale, Presidente de la Agrupación de Ex Combatientes de Malvinas de San Isidro. Expresó fundamentalmente palabras de agradecimiento hacia la Comunidad y hacia el Municipio por la colaboración brindada para la reinserción de los Veteranos a la vida civil en la posguerra, fundamentalmente en los últimos años donde ya perciben ese reconocimiento en principio denegado por la indiferencia y el olvido. Afirmó que muchos vecinos cuando los cruzan por la calle los saludan (a los veteranos) llamándolos “héroes” pero advirtió que "los verdaderos héroes de Malvinas son aquellos que perdieron la vida en las islas del Atlántico Sur".

>> El VGM José Cocchiarale pronunciando palabras de agradecimiento al pueblo sanisidrense.

Mencionó algunas acciones realizadas en conjunto entre el Municipio y su Asociación como el Calendario 2013 para las escuelas del distrito, ilustrado con motivos referentes a Malvinas realizados por los propios alumnos, tras una ardua selección, y que hoy se lucen en las aulas de las escuelas locales. La palabra repetida una y otra vez fue “Gracias”.

En segundo término habló el Intendente de San Isidro, Dr. Posse, que puso de relieve el trabajo conjunto hecho con los Veteranos y rescató la Causa Malvinas como un punto convocante, de unión de todos los argentinos sin distinción de banderías, partidos ni ideologías. Destacó la presencia histórica del Municipio ante los Veteranos de la zona, muchos de los cuales trabajan como auxiliares en las escuelas.

<< El Intendente Posse destacó la Causa Malvinas como factor de unión de los argentinos.



Hizo mención también a la unión lograda para contribuir solidariamente con los afectados por las inundaciones debidas al temporal de la semana pasada en Capital Federal, el Conurbano Bonaerense y La Plata. Y por último rindió homenaje a Caídos y a los Veteranos presentes a quienes saludó con una respetuosa reverencia.

Acto seguido se procedió a realizar un minuto de silencio en memoria de los 8 (ocho) sanisidrenses caídos durante la Guerra de Malvinas. Luego un miembro de la Banda de los Bomberos Voluntarios ejecutó el emocionante “Toque de Silencio”.

Al finalizar se nombró uno por uno a los Caídos (ver listado al pie) sanisidrenses, contestando los asistentes al acto “¡PRESENTE!” después de cada mención.

Caídos sanisidrenses en la Guerra de Malvinas

Rubén Isidoro BOUTRÓN
Suboficial Segundo – Crucero ARA “Gral.Belgrano” (C-4) - ARA
Héctor Hugo DIEZ GÓMEZ
Conscripto C 63 - Crucero ARA “Gral.Belgrano” (C-4) - ARA
Héctor Antonio DUFRECHOU
Marinero Segundo – Aviso ARA “Alférez Sobral” (A-9) - ARA
Omar Jesús HERRERA
Conscripto C 62 – Batallón Logístico 10 - EA
Marcelo Sergio NOVOA
Mayor – Brigada Mecanizada X - EA
Marcelo Oscar ROMERO
Conscripto C 62– Crucero ARA “Gral.Belgrano” (C-4) - ARA
Fernando Luis SIEYRA
Conscripto C 63 – Policía Militar - Liceo Militar General Roca – EA (*)
César Alberto ZAPATA
Cabo Principal – Crucero ARA “Gral.Belgrano” (C-4) - ARA

(*) “Muerto en accidente” el 30/04/1982 al estrellarse en Caleta Olivia, Santa Cruz el Bell UH-1H / AE 419 que lo transportaba, cuando se dirigía una estancia de la zona por un presunta incursión de comandos británicos.

Abanderados y escoltas del acto, todos VGM 

También fueron recordados por el locutor los ex combatientes sanisidrenses que regresaron de la guerra pero ya fallecieron en la posguerra (**)

Edgardo Alfredo THOMPSON – Conscripto - Batallón de Ingenieros 601 - EA
Denis Reginald James HARVEY – Personal Civil Convocado - FAA
Marcelo Luis ARAUJO – Conscripto C 62 – Portaaviones ARA “25 de Mayo” (V-2) - ARA
Juan ETCHECOPAR – Conscripto C 62 – Apostadero Naval Malvinas - ARA
Víctor BECERRA – Conscripto – Escuadrón de Exploración Caballería Blindado 1 – EA
Miguel Alberto ALFARO – Cabo Segundo – Crucero ARA “Gral.Belgrano” (C-4) – ARA
Carlos VIEGAS CASCALHEIRA – Conscripto – Batallón de Ingenieros 601 – EA

(**) Hombres jóvenes de muerte prematura (hoy tendrían entre 49 y 50 años), pero ninguno a causa de suicidio.

Una vez finalizado este emotivo momento las autoridades saludaron a los familiares de los Caídos y a los Veteranos de Guerra dándose por finalizado el acto.

<< El Intendente Posse saluda y dialoga con los representantes de la Prefectura Naval que participaron en el acto

Las dos “perlitas grises” del Acto

Hubo dos errores, que no llegaron a opacar el acto pero sin duda llamaron mi atención. Fueron advertidos por mí entre las palabras alusivas y me sentí obligado a marcarlos ante los oradores que los pronunciaron al finalizar el acto.

El primero fue del locutor, al señalar en el mensaje de apertura “…del archipiélago descubierto por España en el siglo XIV…”. Si bien aún es materia de discusión académica si el descubrimiento fue efectuado por españoles o por británicos no hay dudas que se efectuó durante el siglo XVI ya que el siglo XIV aún los europeos no habían dado con la existencia del Continente Americano. El locutor reconoció el error justificándose en que él no fue el autor del “libreto” leído y al dificultad que le gereró la lectura de los números romanos.

El segundo fue pronunciado por el Intendente en dos ocasiones al recordar los hechos de hace 31 años como “la invasión”, término mal empleado ya que no se invade lo que a uno le pertenece por derecho. Al saludarlo y mencionarle esta cuestión (con sumo respeto) el Intendente me dio la razón y me dijo que enmendaría ese desliz involuntario.

<< Al finalizar el acto accedieron muy amablemente a posar para la foto los representantes de Prefectura, de izquierda a derecha: Ayudante Mayor (VGM) Ballejos Kachuk, Ayudante Mayor Toledo y Prefecto Principal Gaggiolo.









Agradecimiento especial
A la “Dirección General de Ceremonial y Protocolo” de la Municipalidad de San Isidro, por facilitarme un programa del Acto, lo que me permitió ser más preciso en la crónica, sobre todo en lo relativo a nombres, apellidos y jerarquías.

lunes, 1 de abril de 2013

HISTORIA MARÍTIMA ARGENTINA
De un naufragio, un bautismo
(De un pecio, un cúter)
El “Luisito” de Luis Piedrabuena


Por el CF (ARA) Alberto Gianola Otamendi
colaboración especial [1]

Ya sea se trate de pecios, de naufragios, de rescates en temporales e islotes solitarios, de aventuras marinas en mares procelosos, de antecedentes de la fabricación de naves o de la construcción artesanal de embarcaciones, uno de los casos antológicos ineludibles en el diálogo es el de Luis Piedrabuena, y la transformación del naufragio de su goleta “Espora” en el aliciente para construir el cúter “Luisito”, parido de sus costillas [2]

Modelos escala 1:100 del "Espora" y del "Luisito" que permite apreciar la relación de tamaño entre las dos embarcaciones
Modelista: Carlos Casella / Colección: Carlos Pedro Vairo
(Museo Naval de la Nación, Tigre)

Los aficionados a la historia marítima argentina y los navegantes de aguas patagónicas de fines del siglo XIX mucho han leído y escuchado de Don Luis Piedrabuena (1833-1883): marino, mercader, salvador de náufragos, lobero, custodio de costas y rías. 

El gobierno nacional le concedió en donación la Isla de los Estados entera, y ya muy adulto, fue honrado como Comandante de la Marina de Guerra argentina, cuando ejercía el comando de la corbeta “Cabo de Hornos” [3]. Más tarde, buques de la Armada Argentina llevaron su nombre y hoy muchas calles y escuelas del país conservan su recuerdo. 

Sin embargo, frecuentemente, el tratamiento de su legendaria trayectoria humanista y naval, no pasa de la leyenda y anecdotario. Sus habilidades, la principal de ellas era navegar hábilmente en los barcos a vela de fines de 1800 en las aguas sudatlánticas, son rescatadas del olvido ocasionalmente por los escasos conocedores del mar y el desafío que Eolo y Neptuno ofrecen a los intrépidos bípedos terrestres que se aventuran en sus extremos, allí donde el horizonte se hace plano, sobre las espaldas de grandes elefantes y el cielo se vuelve gris por el humo del infierno. Sus hazañas recorrieron los mares en boca de marinos curtidos y loas de naciones agradecidas.


Comandante Luis Piedrabuena
(Fuente imagen: turismopiedrabuena.com.ar)

El caso que nos convoca no es uno de sus famosos rescates, sino otro de características tan ciclópeas como las mitológicas fascinaciones que graficaban las cartas de antaño, y nos remonta a 1873, tiempo de los clippers y del apogeo de la navegación a vela, antes de la fragorosa intrusión de los cascos de hierro y la propulsión a vapor.
  
En marzo de ese año, con cuarenta de edad y al mando de su bergantín goleta “Espora”, en una de sus “aventuras marinas” (como todavía hoy se reconocen los viajes mercantes), de cacería de pingüinos (“pájaros niños”), focas y elefantes marinos, Piedrabuena vara su barco y se destroza lentamente en las playas.


Bergantín goleta "Espora"

En medio de fuertes vientos del suroeste, uno de esos temporales que la jerga de abordo llama “galerna”, él operaba fondeado en lo que todo indica que se trataría de la Bahía Franklin, en el extremo occidental de la Isla de los Estados, que conocía cabalmente. Sin embargo, el ancla principal perdió el cepo y la pequeña ancla de refuerzo fue insuficiente ante los furiosos vientos del Le Maire, por lo que terminó garreando [4]. El Capitán decide varar en la playa de arena blanda, pero la nave se cruza y hace agua en la maniobra, hundiéndose parcialmente. Varios días de mal tiempo, en esa precaria posición, sufriendo el golpe de olas y mareas, terminan por quebrar el viejo buque.


Isla de los Estados. Señalada en el sector oeste la Bahía Franklin.


Pequeño diorama de la zona del naufragio
(Museo Naval de la Nación, Tigre)

Todo eso era natural, ese peñón, desolado y lúgubre, se cruza casi cincuenta kilómetros, de oeste a este, a las corrientes marinas ascendentes. Con sus rocas aledañas parece formar una filosa mandíbula que emerge de las frías aguas entre escarceos y remolinos, para devorar navíos. Triste imagen ganada en un siglo de tragedias, ya reflejadas en novelas literarias y reportes de cartógrafos. Contribuye a esa escalofriante impresión la densa nube que corona sus picos en forma perenne y la blanca rompiente de las olas en sus oscuras costas montañosas.


Mapa digitalizado por R.E.D. de García Basalo, J.C. "Presidio Militar en la Isla de los Estados", en revista Todo es Historia, N°366, pág.28-29 


El sitio del infortunio era lo que Don Luis registra en su meticuloso diario como Bahía de las Nutrias”. Algunos investigadores modernos presumen por el análisis de las características hidrometeorológicas detalladas por el propio Piedrabuena, que se trataría de lo que las cartas náuticas reconocen actualmente como Caleta Lacroix, en el fondo del saco de la Bahía Franklin. Sin dudas, un lugar poco apto para guarecerse o fondear en semejante tormenta austral.

Fondearse, amarrarse a árboles o rocas de la orilla e incluso varar era tarea rutinaria de aquellos loberos en embarcaciones relativamente pequeñas y muy sólidas. También era normal poseer habilidades de carpintería, al tener que trabajar constantemente en el armado y reparación de duelas y barriles, refugios y factorías, remos y embarcaciones menores; estas últimas constantemente averiadas por las roquerías de los asentamientos de las pingüineras y loberías. De hecho, todo eso consta en el diario personal de Piedrabuena y en los registros de G.H. Gardiner, uno de sus empleados.

Lo que resulta particularmente curioso y admirable, es que en ese lugar abandonado y hostil, sepulcro de naves y cementerio de presos y marinos, Piedrabuena, su dueño y señor, con la ayuda de apenas uno u ocasionalmente dos de sus abatidos y enfermos tripulantes (cinco según su rol de zarpada y dos que hace venir de su factoría), superó la adversidad y construyó completamente una nueva y sólida nao, sin planos ni ayudas.

Para ello debió hacer gala (aunque las circunstancias no permiten entenderlo como ostentación) de todas las habilidades adquiridas en su formación náutica: carpintería, velería, herrería. Sobre todo requirió determinación y voluntad de superar la adversidad, resiliencia dirían hoy en las revistas de psicología, paciencia y mucho liderazgo. 

Caleta Lacroix en Isla de los Estados

Con las escasas herramientas de su pañol, sólo una sierra, clavos y herrajes recuperados del esqueleto del casco condenado de su goleta, maderas de la carga y otras aserradas de árboles de la achaparrada vegetación ribereña, construyó el pequeño lanchón de 30 pies que bautizó con el nombre de su hijo. 

Esta embarcación, que me recuerda a los cúters que surcan hasta nuestros días el Caribe, podría pensarse que constituyó meramente un bote para la supervivencia con el que Piedrabuena salvó íntegramente a su dotación regresando a Punta Arenas. Sin embargo, luego de mejorarlo en ese puerto chileno, lo conservó con él por muchos años para continuar sus empresas. Más aún, regresó poco después a la temida isla en nuevos salvamentos que le valieron reconocimiento internacional. En su extenso legajo se consagra el rescate de casi 200 marinos de muchos barcos de diferentes nacionalidades. 

Podemos imaginar el método primitivo de construcción de su tosca nave, de acuerdo a las artes del oficio de los carpinteros de ribera de la época, los escasos utensilios disponibles, la dura condición del lugar y la rapidez de la obra. 

Al enorme desafío técnico había que sumar el complejo arte de liderar a una tripulación enferma,  agobiada y desesperada, siempre al borde de la locura de la deserción o el amotinamiento. Hay constancias de su escasa capacidad, poca disposición, continuas peleas, e intentos de sabotear, incendiar y hachar la misma lancha que sería su medio de salvación. No se trataba precisamente  de la "crème de la crème" de la sociedad.

Cúter Luisito, obra del artista plástico marinista Emilio Biggeri

La arboladura, que se discute si corresponde a balandra, compuesta por un único palo vertical con mastelero, su botavara y pico, y el botalón hacia proa, fueron armados con el bauprés y parte de las vergas extraídas de los restos de la Espora y adaptados. Lo mismo sucedió con la jarcia (drizas, obenques, motones) y el velamen (integrado por una vela mayor tipo cangreja y dos cuchillas proeles -foque y trinquetilla-).

Poco se extrajo de la zozobrada nave madre, en la esperanza de recuperarla. Sólo constan algunas tablas, la bomba de achique y el ancla de esperanza (menor que la principal). Para muchas partes de la estructura como las cuadernas, la roda y el codaste (estructura principal del esqueleto), se talaron y aserraron especímenes de duras Lengas escogidas porque presentaban las curvas adecuadas.

Las tracas de la cubierta y casco eran tablones de madera que Piedrabuena sacó del interior de la nave y de los edificios de su factoría y refugios cercanos. Fueron calafateadas con cabos descolchados [5] untados con grasa de pingüino y foca. Con ese mismo ungüento se cubrió la obra viva [6]. Como era típico de la época, el lastre se conformó con piedras de la orilla.

Los herrajes para el timón fueron fundidos allí, en la playa, con metales de abordo, otra notable muestra de sus conocimientos y capacidad.

Construcción del Luisito, obra de Emilio Biggeri

En cincuenta y siete días (vara el 10 de marzo y concluye el 3 de mayo), con las 220 toneladas de la goleta de 40 metros de eslora, Don Luis logró construir en una agreste playa un cúter o balandra de apenas 18 tn, aproximadamente 10 metros o 35 pies de largo, menos de 4 m de manga o ancho y 1,5 m de calado. 

Entretanto sobrevivieron en un refugio, con sopa de algas, carne de la caza (pingüinos mayor-mente) y lo que restaba de la provisión original de víveres salvados (carne salada, arroz, porotos, galletas, fariña, algo de azúcar y de café), un tonel para agua dulce y la cocina. Una situación que se nos presenta poco envidiable.

Al cabo, el nuevo lanchón debió ser trabajosamente arrastrado al mar, a modo de botadura, con aparejos y barras.

El Luisito, acuarela del artista Pablo Pereyra

Piedrabuena logró conservar el gastado pabellón nacional, con el que empavesó el pico antes de zarpar, y el equipamiento de navegación, consistente en un compás, sextante y cronómetros, además de su diario y el escaso instrumental meteorológico, aneroide y termómetro. Con ellos, en sólo nueve singladuras [7] cubrió las 300 millas [8] para retornar a su puerto de origen, Punta Arenas, el 27 de mayo de 1873, con todos sus hombres sanos y salvos, antes de que se iniciara lo más crudo del invierno fueguino. 

En otras palabras, navegó casi seiscientos kilómetros en uno de los mares más rigurosos del planeta y con vientos predominantes del oeste, o sea, ciñendo [9], con la obra de sus manos e ingenio.

Pericia en el mar y temple ante la adversidad; “… las olas murmurarán para siempre su nom-bre” [10] 

Triste fue el final, muchos años después, del Luisito, abandonado primero en los márgenes de La Boca del Riachuelo, e incendiado más tarde.

Todavía en el 2008, cuando una expedición naval-científica fue a reconocer el lugar, en la blanca arena de la costa a escasa distancia de la restinga, se conservaban los restos de la quilla, cuadernas, baos y escasas tracas deshechas, clavos y herrajes oxidados de la extinta goleta, como un hito. 

Vista de Caleta Lacroix tomada desde Punta Grimoldi [11]

Vista de la zona del naufragio desde Roca Vera [11]

Detalle del sitio donde se produjo el naufragio de la goleta "Espora" [11]

El pecio de la goleta "Espora" en la Isla de los Estados [11]


Réplica del cúter Luisito en el Puerto de Mar del Plata en enero de 2013
Fue contruido por alumnos de la Escuela de Educación Técnica nº1
(Foto: Mariano Agostini) 

Referencias:

[1] El autor es Capitán de Fragata, Oficial de Estado Mayor, Licenciado en Sistemas Navales (INUN), Analista Opera-tivo (ESOA – UNS). Cursó la Maestría en Dirección de Organizaciones (INUN) y es Maestrando en Administración de la Educación de la Universidad Torcuato di Tella. Fue Segundo Comandante de la Lancha Patrullera ARA “Clo-rinda” y Comandante de la Lancha Patrullera ARA “Concepción del Uruguay” (Misión de la ONU en Centroamérica – 1992), del Aviso ARA “Francisco de Gurruchaga” (2004) y de la Agrupación de Lanchas Rápidas (año 2009). Participó en la Misión de la ONU en Haití (MINUSTAH – 2011). Se desempeña en la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las FFAA

[2] Es una expresión metafórica. En realidad, Piedrabuena sólo toma pequeñas partes de la goleta, pues tuvo hasta último momento la intención de salvarla.

[3] En rigor la Cabo de Hornos era una fragata carbonera que Piedrabuena mismo encontró en La Boca, adquirió y transformó a barca a su propia costa. Dio adiestramiento a grumetes, siendo el primer buque-escuela.

[4] Garrear, significa que el ancla, por efecto de la fuerza del viento o la corriente no sostiene al buque, y se arrastra por el fondo.

[5] Descolchados quiere decir deshilachados.
  
[6] La obra viva es la parte sumergida del casco.
  
[7] Singladura es una jornada de navegación.

[8] Una milla náutica equivale a 1852 metros. 
  
[9] Ceñir o navegar en bolina es hacerlo hacia la dirección de la cual proviene el viento, por lo que deben realizarse “piernas” o etapas con el mejor ángulo que permita el tipo de aparejo. Las velas tipo cuchillo del cúter permiten ese tipo de navegación.

[10] Epitafio de La Nación (atribuido a Mitre) a la muerte de Piedrabuena.

[11] Fotografías tomadas por la expedición referida, publicadas en el artículo de Gaceta Marinera, realizada por la Agrupación de Lanchas Rápidas y el propio medio de difusión de la Armada Argentina, la Universidad de Buenos Aires y el Museo Marítimo Ushuaia.


Bibliografía:

Diarios de Luis Piedrabuena y de H.G. Gardiner, extraídos de Vairo, C. “La Isla de los Estados y el Faro del Fin del Mundo”, Ed. Zagier y Urruty, Ushuaia, 1998.
Archivos del Boletín del Centro Naval.
www.gacetamarinera.com.ar, artículo de fecha 25/07/2008.
www.wikipedia.com, visitada en febrero de 2013.
www.geocities.ws/modelistasbrownianos_archivo02/historia61/index.html, nota de Gustavo Suáres.
www.histarmar.com.ar, El misterio del Espora.